Álvarez de Castañeda nos prometió el Edén, trabajo, acabar con el paro y la promesa de un buen sueldo. Promesas que no fueron suficiente para menguar las ganas de hacer justicia por parte de los habitantes de Porcuna y finalmente acabaron con todos aquellos que experimentaban y que trataban de sacar beneficio a base de imponer su energía «libre, gratuita e infinita» cuándo en realidad experimentaba con personas y los utilizaban como meros ratoncillos de laboratorio.
Lograsteis haceros con las coordenadas de contacto, reconstruir la fórmula, conseguir los apuntes y devolverle el diario a su creador. Muchas fueron las bajas y numerosas las vidas que se perdieron en la noche de ayer, pero supisteis hacer lo correcto y destruir todo aquel resquicio de maldad que habitaba entre los muros de Porcuna. Gracias a vosotros Álvarez de Castañeda y toda su estirpe ahora descansan bajo tierra y jamás volverán a causar daño a los habitantes de Porcuna.